miércoles, 23 de julio de 2008

de Javi

Recuerdo cuantas veces nos repitieron que la cumbre no era importante, siempre estaría allí, así que dar la vuelta cuando las cosas se complicaban era lo más inteligente. Esa era una de las virtudes de la montaña, si respetabas sus reglas, ella te respetaba, no siempre era así, pero en general era un acuerdo que solía funcionar. A veces echo de menos ese tipo de acuerdos o como mínimo que cuando se rompen las partes sean capaces de mostrar algo de memoria.
El camino cambió a María. No fue a la única. Ya no creo que se trate de madurar, al final todo parece reducirse a resistir, a ser capaces de mantener una porción de nosotros mismos alejada de la realidad, indiferente al camino. Tratando de que no nos salpique ese ácido llamado cotidianeidad. No todos poseemos la fortaleza para preservar en nuestro interior el optimismo, aunque claro, siempre nos quedará París o como mínimo aquellas fotos tomadas en Núria, donde aquel grupo de chavales, chicas en su mayoría, se divertían con la seguridad de la inocencia. Pero sobretodo con la certeza de que “la amistad a lo largo” como dijo Biedma, sería un lugar al cual siempre podríamos regresar a pesar del tiempo transcurrido.
Felicidades de nuevo por tu blog, siempre es bueno caminar acompañado de un buen amigo, sea por la montaña o por la red.

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